Estuvo largo éste hiato y ni avisé, soy el peor y ya lo sé. Y me importa poco…
Sólo quiero escribir un poco para decir que les he extrañado, así como sé muy bien (porque me lo han pedido y dicho muchxs), que ustedes a mí también. Vamos, que no a mí sino a las sandeces que aquí con tanto amor les canto mientras escribo.
(Dicho sea entre paréntesis: la neta la palabreja “hiato” suena más horrible… que decir que los niños chinos no creen en Santa Clos porque ellos mismos manufacturan los juguetes. Jiji… ok, no.
[Metadicho sea entre paréntesis: aguántensen las bromis que, a mí, como los cheetos y las gentes, el sentido del humor démennnlo bien torcidito y con olor a queso rancio, como tus pies bb].
Aaaanyway… la neta hiato aplica aquí porque, por ejemplo: una Pausa es breve, instantánea, se congela el tiempo como tipo… ¿Ese milisegundito previo a un estornudo? Así. Un hiato es largo y lento. Doloroso como su fonía).
Los hiatos poseen un nombre muy feo supongo, porque, embeses, se originan durante momentos feos, o por razones más absurdas que pensar que es feo pegarle a un dios que ni sabemos si está ahí, o allá, o más bien anda bien acá.
Acá dejo el único hiato que me gusta cómo suena.
Hagan clic Aquí para escuchar Hiatus Kaiyote, la joya de la corona del neo-soul.
En fin, tras éstos tremendos chistes de súper buen gusto…
¡¡Opo contraataca!!
Vámonos parriba, ¡puesn!
Después de aquellos momentos que les describía hace unas decenas de semanas, la vida ha sido aún más rauda, mejorando siempre sus formas de sorprenderme y… bueno, para no hacerles una historia muy larga, he terminado con ambos pies fuera del caribe, por necesidad y hartazgo, por soledad e indiferencia ajena.
Me moví, decidido a dar la vuelta a la esquina y no mirar atrás jamás, fuere quien fuere o como aquello fuere que se diere. Así pues, y con ésta info que, después de casi 8 meses, será novedad para muchos…
Vamos a elegir un tema para hablar hoy.
Tenemos 3 opciones:
Inciso número A) Normativas y regulaciones para la manufactura correcta de transformadores eléctricos.
Dos) Historia tardía de las conversaciones del personal administrativo de la UMF 32 del IMSS, específicamente durante el período de atención al Colegio de Ingenieros Civiles.
Sé) En el lenguaje hay climas, hay clases y hay vida.
Ok. Creo que todos sabemos cuál será el tema de hoy:
Los transformadores eléctricos poseen…
¡Ahhhh vedá!
A ver, pues, repitamos: en el lenguaje hay climas, hay clases y hay vidas…
Dijo una vez un personaje nunca escrito que las palabras tienen tanto peso en nosotros, porque son como pistas que un malevolente dios dejó para que, si ponemos atención, podamos desentrañar el misterio de la vida.
Y es que, en el vaivén natural de las cosas, una de las comodidades más complejas de obtener son los momentos a solas, los “lugares contemplativos”, o los tiempos, que eran cosa tan nuestra y que las calamidades del capital nos han ido arrebatando junto al paso de los siglos… quizás debido a nuestras faltas de atención al detalle, o las indiferencias a las que hemos elegido arraigarnos, ya por convicción, ya por falta de opciones.
Y es que aquí, en éstos términos, es donde señalo que hay de climas a climas: en el sentido de lo social, en nuestro haber, se construyen a raíz de semánticas que, aunque parecieran diversas, lo son sólo parcialmente.
En el clima político el clima lo controlan los que roban, los muertos y, desde una profunda aridez, aquellos que con toda la intención intentan cosas (me gustaría incluirme en éste rubro, pero, honestamente, hace más de un año que dejé ésto a un lado, porque estoy enteramente dedicado a cavar el hoyo en que los gusanos me habrán de devorar). ¡Aysí!
En la categoría de los muertos están también los que están vivos, pero muertos por dentro, esos que “están viendo y no ven” las inequidades de su momento histórico, los que poca conciencia tenemos de nuestros privilegios (aunque digamos que la tengamos), o, mejor puesto: los que no miran lo enteramente injusta que es la justicia, puesto que es injusta para todos.
Así mismo, pues, en el clima deportivo: que chsm el América. Sí. Así.
En lo laboral la palabra CLIMA es realmente un acrónimo que significa:
Condiciones Laborales Intrínsecamente Malévolas y Arbitrarias.
Plis dejemos de romantizarlo:
Trabajar es el producto más tangible del error primordial humano: capitalizar = dar valor a mi existir.
¿Es neta, wey, Joséy?
Oigan y, bueno, el clima del Clima Clima, ese que hace que me de calor-frío-humedad-aridez en el mismo foquin día…
A ver. Punto número “Primero que nada”:
¡Ya párenle con sus carritos! ¿No?
A ver por dos:
Les dejo acá abajo unos datos curiositos…
El 14% de las emisiones globales de CO2 se las lleva la quema de hidrocarburos a través del uso del transporte, según datos en éste archivito de la Physical Science Publishing, o, “unos vatos muy perrones”, pa quienes no le manejan al inglés. Y tú estarás pensando: bueeeeeeno, es poquitito el 14%. Maybe… sí, pero, oye… de todos los otros rubros en los que se miden éstas emisiones, es en ése en el que tú y yo tenemos un impacto directo, es decir: pote a usar tus piecitos, porfi: los hijos que te crecen en los brazos (como al árbol), los que aun no tienes, pero te imaginas, tu yo del futuro (y el mío), te lo vamos a agradecer un chingo. Así en buen plan…
Un quemoncito en modo visuality:
Así que ya.
¡A caminar, puercos voraces!
Eeeen fin.
Para éste punto del texto -y, como es costumbre en éste podcast sololóquico que inserto en tu cabeza, cada vez que imaginas a mi voz leyéndote éstos retazos inconexos de sentires-, (Dicho haya sido entre paréntesis), te estarás ya preguntando:
Buenoooo, Opo, y qué carajos tiene que ver todo ésto de los climas con el lenguaje.
Sencillo:
Nada, pero es un bonito truco del lenguaje para atrapar tu atención. So… vamos al siguiente punto, que está, tal vez, al otro lado de nuestras visiones.
Las Clases y el lenguaje.
Vamos a iniciar acá con una paráfrasis de un señorsín cuya cabezona vivía tan adelantada a su época, que tuvo hasta problemas de golpes con otros académicos, por sus retos al status quo, por denuncia que se tildó de difamación para las verdades oficiales (fuchi), y porque, seguro, era un maldito odiosito (casi se lee en sus palabrotas llenas de profundas mentirotas que suenan tanto a verdades).
Mejor conocido como Chespirito...
¡Ayysí!
Bueno ya ya, pues. Me gustaría contarles sobre una idea que se me quedó colgando en la cabeza cuando leí, hace unos 15 años (o sea, cuando yo tenía unos… seis, apenas), un libraco que marcó mi vida, intitulado “El tema de nuestro tiempo”, del furiosísimo José Ortega y Gasset.
(Dicho sea entre paréntesis: aunque la capacidad crítica podría orillarnos a pensar que sí, Ortega y Gasset no son dos personas distintas, ¿ok? Sólo para aclarar).
Así pues, hace 15 añitos, apenas adentrándome en la pensación de pensamientos, Gasset me puso enfrente una idea genial cuando describió cómo, al entregar textos con temas pesadísimos, escritos con lenguaje “al alcance de todos”, fue terriblemente señalado, criticado, relegado (incluso despojado violentamente de una cátedra en Sevilla -creo-), ya que los académicos que lo rodeaban, o, los editores que, cumpliendo muy bien con su papel, lo mutilaban (cientificistas por ontología -o completos monos cerrados, fachos y deleznables -por enunciarlo en español y hacer meta alusión al mismo Pepe Ortega-), pegaron gritos de horror, al enterarse de que Ortega y Gasset intentaba comunicar temas de importancia a las masas, no en un acto decolonizador del conocimiento, porque de ésas visiones nos les manejábamos en ése entonces en su geografía y momento histórico -me atrevería a decir que casi todo lo contrario-, pero sí en un acto de deconstrucción académica, en la búsqueda de que, los temas que parecieran importantes (como su perspectiva interesantísima y enteramente lógica sobre lo que una “generación” debía significar en aquel “tiempo” suyo), en la afilada punta que podría llegar a ser la traducción simbólica de los valores que el conocimiento brinda a la existencia, de las audacias de sus prácticas en campos abiertos, fértiles, y, por último, de la valentía que se requiere para vivir bajo el halo político que éstos mismos brindan a quienes los practican.
Bien por ustedes, bebés de amor.
Así pues, las clases del lenguaje tienen que ver con cómo le decimos las cosas que les decimos a quienes las decimos. Incluso los silencios u omisiones tienen formas, texturas, colores y efectos de todo tipo en las personas, animalias y cosas.
Por ejemplo: si alguna vez hablé en clase con Julieta Fierro Grossman, me dirigí a ella como La Maestra y, sin embargo, de ella aprendí que el “momento angular” no solamente aplica a sistemas físicos cerrados, sino también al fenómeno físico que es hablar, es decir:
Mis ideas, provenientes de una señalita eléctrica que se genera a partir del toque de dos puntitas electrificadas dentro de mi cráneo, se proyectan hacia afuera -tras haberse convertido en aire en mis pulmones- en forma de ondas sonoras que, cuando me escuchas, alcanzan tu tambor, que golpea en tu tímpano en repetidas ocasiones y cuando, mientras caminas bajo mi balcón te grito:
”Ahí va el agua”
Entiendes perfecto que tienes que moverte, o un agua de bacinica te bañará con el contenido tóxico de mis adentros si no te quitas. Todo eso antes de que el agua caiga a 9.82 m/s al cuadrado sobre tu cabezota.
Gracias, Julieta, por evitarme tanto orín en la cabeza.
Haz clic acá para una hermosa visión del buenazzo del Linklater sobre éste temazo. Y no olvides hacer clic en TODO lo que veas subrayado en éste texto. Si está así, probablemente te lleve a otra parte del internet.
Sólo no olvides regresar y…
Lo que nos lleva al último temita de ésta tarde.
En el lenguaje hay vida Too!
En español lo anterior hubiese sido: en el lenguaje… ¡hay vida, tú!
Fíjateeee…
Ahí vamos otra vez:
¿Cómo que hay vida en el lenguaje?
Sìp. Éste ya es un tema más profundo, pero, en honor al Pepe, a Ortega y a Gasset, jiji, vamos a tratar de traducirlo trágicamente, con tremendas, trepidantes, trepanadas intenciones.
¿Alguna vez te has preguntado cómo era la vida cuando no existían las palabras?
Tá dura la preguta, ¿no? El primitivismo de nuestra comunicación, supongo, estaba definido enteramente para cubrir las necesidades básicas como transmitir la idea de hambre, frío, advertir peligro, pero…
¿De dónde chingaos salió el primer HOLA?
¿Cómo es que llegamos a poder decir: Radiación de Microondas de Fondo Cósmico, y entender de qué demonios hablamos?
¿Cómo es que hoy, en todas sus deformaciones y novedades, incomprensibles aún para algunas generaciones, el español se encuentra en la búsqueda de construir la neutralidad de género en sus formas, usos y futuras costumbres?
Cuando enunciamos el vuelo de un ave, a punto de guardarse, al contraluz de la estela enrojecida y furiosa de un cometa que nos visita desde muy lejos, donde se habla otros lenguajes, en la temprana noche terrestre, aludimos a una imagen poética sci-fi de baja calidad, un lugar común que nos llena los ojos, no importa si no lo estamos viendo, si con sólo leerlo, o escuchar la voz que desde mi cerebro se recita en ti al leer ésto. El lenguaje es vida porque sin éste no seríamos posibles tú ni yo, lector ni escribano.
El debate es amplio:
¿Es un invento o es evolución? ¿Cuál es su orígen? ¿En qué radica su diversidad? ¿Cuáles son sus efectos en la organización y cooperación de las sociedades? ¿Cómo hacemos pa’ que lo anterior sea práctica de todos?
No lo sabremos quizás nunca, pero lo que sí sabemos es que, sin él, probablemente estaríamos habitando un mundo muy distinto a éste, más incidental, más como un reflejo prístino.
Quizás éste horrible blog no existiría.
Incluso, tal vez, no estarías leyendo éstas palabras que hoy elegí escribir para ti, ni perdiendo el tiempo con el balbuceo de mi lenguaje propio, que es piropo y es anécdota, o muestrita de un simple y vil conocimiento:
Escribo porque estoy vivo. Estoy vivo porque escribo.
Y esta huella del lenguaje, oh hermanxs vivxs, no debería olvidarse nunca.
Bueno, chiques. Gracias por leerme de nuevo, si llegaron hasta acá. Gracias por la espera y aguantar los chistes rudos al principio. Estamos de vuelta, puesn. Acá los veo después. No me presionen, pero sí, porfi.
Los amo, bebés parentéticos. No olviden suscribirse si no lo han hecho aun.